La desobediencia y los berrinches en la infancia son dos de las principales quejas de los padres en la consultas de psicoterapia infantil, apareciendo con frecuencia unidas. Existen muchas circunstancias capaces de motivar este fenómeno. A continuación te presento 7 de las más habituales:
-
- Tu hijo o hija ha incorporado las rabietas y la agresividad verbal en general a su repertorio de conductas favoritas. Si en algún momento de vuestra historia, las rabietas han sido reforzadas, es posible que tu hijo haya aprendido que ésta es una forma interesante y útil de conseguir lo que quiere. Un ejemplo ya famoso es la típica escena de supermercado cuando un niño pide a la madre que le compre una chuche. Ésta se niega, el niño se encoleriza, la madre se lo vuelve a negar, y el niño sube el grado de dramatismo hasta tal punto que la madre cede y finalmente le compra la ansiada chuche. Esta es una lección que queda grabada a fuego: grita, llora, patalea ¡que al final hay premio!
- Tu hijo está triste. Muchas veces la tristeza se camufla de rabia y al revés. La rabia a veces esconde tristeza. Tanto en niños como en adultos es bastante habitual este fenómeno. Si en vuestra casa existe una situación familiar o social difícil es posible que pueda estar relacionada con el comportamiento indeseable de tu hijo.
- Tu hijo no está acostumbrado a la sensación de frustración. En estos tiempos que corren, donde los padres a menudo tendemos a la sobreprotección, resulta cada vez más habitual encontrar en los niños este tipo de conductas. La vida es dura. Esto es algo que bien sabemos los adultos, pero que los niños criados entre algodones desconocen. En consecuencia, en cuanto se topan con una situación capaz de provocar frustración, al no estar familiarizados con ella, responden con exagerada intensidad.
- Tu hijo tiene problemas de desarrollo madurativo. A veces nos encontramos con niños que pueden llegar a despuntar en algunos ámbitos como en el cognitivo, con un desarrollo normal o incluso superior a la media y sin embargo presentan un desarrollo emocional más inmaduro o propio de edades inferiores. Cuando esto ocurre es importante averiguar qué está detrás de esta situación.
- A tu hijo le va mal en el colegio. Los problemas académicos o sociales en la escuela suelen trasladarse al hogar, y viceversa. Si esta conducta no es habitual en tu hijo y en casa no ha habido cambios dignos de mención, investiga posibles causas en la escuela.
- Tu hijo tiene problemas de sueño o alimentación. En ocasiones estos problemas pueden propiciar cierto «mal humor» y hacerlos más propensos a las rabietas. De todas formas, todos, de vez en cuando, tenemos un mal día e incluso podemos levantarnos con el pie izquierdo. Nuestros hijos no son diferentes en esto. Por ello resulta fundamental señalar la frecuencia e intensidad de estas conductas para determinar su gravedad.
- Tu hijo tiene entre dos y tres años y medio. Si esto es así, puedes estar tranquilo ya que las rabietas y problemas de conducta a esta edad se consideran evolutivas y son completamente normales.
A excepción del punto 7, en los demás casos resulta conveniente consultar al especialista. Lo mejor es acudir a psicólogos especializados en psicoterapia infantil, pero también podemos consultar a profesores, o gabinetes psicopedagógicos. En cualquier caso, lo importante es determinar bien la causa. Y a partir de ahí, estimular los cambios oportunos para asegurar el bienestar emocional de nuestros hijos.